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Friday 26 October 2018

Cambio de piel

¿Alguna vez te has sentido como un bicho raro? ¿Se te han quedado mirando por cómo vestías, por tu pelo, tus tatuajes...? ¿Te han hecho sentir diferente? ¿Te han criticado? 

¿Alguna vez lo has hecho tú?

Tenemos la costumbre de encasillar a las personas de nuestro alrededor, nos da igual si las conocemos desde hace un año, un mes o si simplemente nos las hemos cruzado por la calle. Es preocupante que pensemos que tenemos derecho a juzgar a quienes son diferentes de nosotros basándonos en su apariencia, género, gustos, orientación sexual, raza, etc. Seguro que más de una vez has escuchado alguno de estos comentarios:

  • Los inmigrantes vienen quitarnos el trabajo.
  • Los gitanos son peligrosos.
  • Las chicas con el pelo corto y algo más rudas son lesbianas.
  • Un niño que suele ir con chicas es gay.
  • Si tienes tatuajes eres peligroso o no estás capacitado para hacer determinadas cosas.

Lo peor de todo esto es que lo hacemos casi sin darnos cuenta, sin tener en cuenta que un comentario o una simple mirada puede tener efecto en el otro. Los prejuicios imperan en nuestra sociedad y, si no hacemos algo, no cambiará nunca. 
La adolescencia es una edad "peligrosa" en este sentido. La necesidad de sentirse aceptado puede traducirse en que alguien se deje llevar por las ideas de un grupo sin cuestionarse lo que está haciendo, pudiendo en algunos casos llegar a casos de acoso. Lo diferente se ve como equivocado, pero siempre hay personas dispuestas a ser fieles a sí mismas y no dejarse influenciar por el qué dirán (o al menos aparentarlo), pero la realidad es que es difícil que palabras o gestos hirientes no te afecten en absoluto.




Con el fin de frenar o prevenir estas situaciones, se podría plantear un ejercicio en el ámbito educativo que haga a los jóvenes cambiar su punto de vista. Para tantear el terreno ideológico de la clase, se podría establecer un pequeño debate que introduciera ideas basadas en prejuicios y así recopilar información y detectar posibles problemas o factores de riesgo. Tras analizar las ideas surgidas durante la sesión, los alumnos deberían recabar información sobre los diferentes prejuicios tratados y el profesor tendría que elaborar unos roles que se repartirán a los alumnos de forma aleatoria y que les hagan ponerse en la piel de aquellos a quienes critican o creen inferiores. Recuperar algunos de los comentarios de la primera sesión y "atacar" al alumno con lo que se dijo sobre su rol tendría como objetivo que el adolescente empatizase con esa persona ficticia, que sintiera, por ejemplo, lo que conlleva ser marroquí en una clase llena de de españoles con prejuicios (terrorismo, delincuencia, pobreza...). Por supuesto, además de este intercambio de papeles, el profesor encargado debería encargarse de profundizar en el tema. Una opción es tratar o proyectar casos reales que les hagan sensibilizarse con la importancia de la tolerancia y el respeto, como el documental El silencio roto de Piluca Baquero.

Es cierto que no se puede caer bien a todo el mundo, que con unas personas siempre tendremos más afinidad que con otras, pero tenemos que tener respeto por los demás. Nunca sabes por lo que está pasando otra persona, así que sé amable y reflexiona sobre tu comportamiento.

Es importante luchar por una sociedad libre de prejuicios y solo podremos lograrlo si todos ponemos de nuestra parte. Allanemos el camino en vez de poner cada vez más piedras.

1 comment:

  1. Me gusta tu entrada, estoy totalmente de acuerdo con todo lo que dices. Se juzga muy a la ligera sin tener en cuenta lo que hay detrás de cada persona, lo que siente o piensa o lo que vive en su día a día. Aunque creo que nadie está a salvo de las críticas y los comentarios porque estamos continuamente expuestos a una sociedad que vive para dar a "me gusta" a "seguir", y no a "conocer".

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