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Sunday, 30 September 2018

Learn, learnt, not really learnt.

Siempre nos han dicho que aprendamos inglés, que saber una segunda lengua nos abrirá más puertas, que es una gran ventaja. Los 3 años suele ser la edad en la que los españoles entramos en contacto con este idioma, y hasta los 16 lo cursamos obligatoriamente en Educación Secundaria. Pongamos que son unos 10 años de media aprendiendo este idioma, cualquiera daría por hecho que terminamos la educación obligatoria siendo casi bilingües. Nada más lejos de la realidad.

La verdad es que España está entre los países con nivel más bajo de inglés; entonces, algo no se está haciendo bien. El consejo de Ministros propuso en los Objetivos de la Educación para la década 2010-2020 (Plan de acción 2010-2011) una serie de medidas para fomentar y mejorar el plurilingüismo en nuestro país; de todas formas, algunos de los puntos que se tratan no parecen resolver los problemas que, como estudiantes, percibimos como evidentes. Por eso, a continuación propongo 5 propuestas que abordan de lleno los puntos débiles de la enseñanza del inglés:


1. Aumentar la dotación para programas de intercambio y Erasmus.

Yo tuve la suerte de disfrutar una beca Erasmus en Leicester (Inglaterra). Me sumergí en una cultura que difería bastante de la mía y me obligaba a expresarme en inglés las 24 horas del día, y es que no hay nada como salir de tu país, de tu zona de confort, para mejorar en un idioma. Te empapas de la cultura, afinas el oído, mejoras tu pronunciación... pero este "privilegio" queda reservado a personas con un sólido colchón económico que les permita mejorar en su aprendizaje. Un aumento en las becas (tanto en su número como en su dotación económica) acercaría esa oportunidad a muchos estudiantes que no pueden vivir esa experiencia de aprender en el extranjero, lo cual, sin duda, te hace crecer no solo intelectualmente, sino como persona. 


2. Exigir formación de profesores nativos que vengan a escuelas españolas.

Este tema parece suscitar cierta controversia. Los padres parecen estar a la caza de profesores nativos que enseñen a sus hijos el idioma, porque nadie va a enseñar mejor inglés a su hijo que una persona que lo lleva hablando desde que nació. Qué error tan grande y, por desgracia, tan extendido en nuestra sociedad. Saber algo no te capacita para enseñarlo; si fuera así todos podríamos ser docentes, sería una pérdida de tiempo formarte en educación. Y con esto no estoy diciendo que sea un error que nativos enseñen su idioma, digo que una persona natural de Reino Unido sin formación no va a enseñar mejor inglés a un estudiante que un español formado en la enseñanza de esta lengua. Dejemos de menospreciar la trayectoria y la validez de profesionales que se han preparado para enseñar, con todo lo que esta palabra conlleva.


3. Promover el intercambio de profesores/lectores en el extranjero.

Relacionado con el punto anterior encontramos el papel de los lectores. Aunque estas personas no tengan una formación acreditada en la enseñanza de idiomas pueden, y sería favorable, que apoyasen el aprendizaje de los alumnos con aspectos de pronunciación, vocabulario específico, frases hechas, etc. Pero la figura del lector inglés en las clases españolas es casi inexistente. La mayoría de nosotros no ha contado con esa figura en su vida académica, con todos los beneficios que supondría para nuestra educación. Toda ayuda es poca cuando se trata de educar.


4. Replantear el currículo tanto de Primaria como de Secundaria en cuanto a la asignatura de inglés, enfocándose en aspectos orales y prácticos.

Durante esos años en los que nos enseñan esta segunda lengua no se tratan todos los aspectos que debería acarrear aprender un idioma y, además, los contenidos se solapan curso tras curso. 

Mientras que la gramática parece ser el centro de la enseñanza, el plano oral queda en un segundo plano. Los niños no aprenden a pronunciar correctamente, y esto debería ser esencial, porque el inglés tiene sonidos que no existen en español y son necesarios para aprender correctamente. Esta falta de preocupación por el ámbito oral hace que los alumnos vean como algo normal pronunciar mal, llegando hasta el punto de sentir vergüenza por hacerlo correctamente delante de la clase por las burlas de sus compañeros. Parece irreal que se burlen de alguien por hacer las cosas bien, pero así es.

Además de formar únicamente en la parte gramatical, los contenidos se repiten año tras año; así el Present Simple se da en sexto de Primaria y se sigue trabajando hasta segundo de Bachillerato. Algo falla. Es como si aprendiésemos a sumar con 11 años y seguiríamos haciéndolo hasta los 18 (y sin saber hacerlo bien en muchos casos). Se debería avanzar en la enseñanza, promover una educación de calidad, no mediocre. Tenemos tiempo y recursos.


5. Fomentar el aprendizaje de inglés ofrecido a los estudiantes fuera de su programa de estudios.

Hay que tener en cuenta que todos los alumnos no tienen las mismas capacidades y pueden tardar más en adaptarse al ritmo de la clase, no es algo que se pueda ignorar. Seguro que más de uno conoce a alguien a quien no se le daban bien las matemáticas o la lengua y recibía clases de apoyo en cualquiera de estas dos materias que se consideran como esenciales. ¿Por qué esta ayuda no se extiende a otras asignaturas? Sería una buena idea reforzar el aprendizaje del segundo idioma a los alumnos que lo necesiten para que puedan seguir las clases, al igual que pasa con esas dos asignaturas "troncales", evitando así la frustración que provoca el no entender.


Pensad un momento en vuestra experiencia personal, en vuestras clases de inglés. ¿Qué os ha faltado? ¿Qué os habría hecho falta para sentiros seguros de vosotros mismos al hablar en inglés en público? Tenemos que dejar de tener miedo a los cambios, solo así podremos acabar con ese famoso "nivel medio" que tantos españoles hacen constar en su currículum. 






Monday, 24 September 2018

Los primeros de la lista.

Hace una semana que los estudiantes de Educación Secundaria han vuelto a las aulas y muchos otros pisarán por primera vez los pasillos de un instituto, pero no todos ellos estudiarán los mismos contenidos. Si hay diferencias hasta comparando clases del mismo ciclo, es lógico pensar que también las habrá entre las diferentes comunidades autónomas. Este es, precisamente, el caso de Castilla y León en España. 



El informe PISA de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) se encarga de elaborar exámenes que miden la capacidad lectora, lingüística y científica de estudiantes de 15 años alrededor del mundo; a través de sus resultados se logra establecer un ranking de los mejores sistemas educativos a nivel internacional. Aunque España se posiciona cerca de la media de la OCDE, en concreto Castilla y León despunta en nuestro país, superando esa media y dejando atrás a las comunidades del sur de la península. Pero, ¿qué está haciendo tan bien Castilla y León para obtener tan buenos resultados? Expertos como Jaime Foces Gil han tratado este tema y de sus planteamientos podemos deducir los siguientes factores decisivos para el éxito educativo:



  • El apoyo a la convivencia escolar. Castilla y León se caracteriza por sus iniciativas para fomentar la inclusión social de las diferentes etnias que están presentes en las aulas, apostando por la no exclusión y contando con docentes cualificados que refuercen este ambiente.
  • El rol activo de las familias en la educación.
  • El nivel de exigencia que no se pide en muchos centros de otras comunidades (como suelen mostrar los exámenes de la EBAU de cada comunidad). Se calcula que los alumnos de comunidades como Andalucía o Extremadura estarían al menos un curso por debajo si estudiasen en una provincia castellano-leonesa.
  • Aulas reducidas en zonas rurales que permiten un mejor seguimiento el alumnado.
  • Factores históricos como la temprana alfabetización de las mujeres, el pacto de 1999 y la evolución autonómica.

A pesar de ir a la cabeza de los resultados españoles y superar las expectativas marcadas para nuestro nivel socio-económico, no se pueden pasar por alto los puntos débiles que persiguen al ámbito educativo en nuestra comunidad:
  • Fracaso escolar muy alto. Aunque el último informe del Ministerio de Educación sitúa a Castilla y León por debajo de la media del país, su porcentaje de fracaso escolar asciende al 16,7% del alumnado; una cifra bastante alta comparada con las de otras comunidades. 
  • Inversión mal distribuida e ineficiente que no concede becas a alumnos que las necesitan para mejorar su formación.
  • Despoblación zonas rurales que amenaza con acabar con determinados centros por la falta del mínimo de alumnos necesario mientras se crean más centros de enseñanza bilingüe en ciudades.

En años venideros, esperemos que los aspectos positivos anteriormente citados, no solo sigan, sino que se multipliquen, y que podamos aprender de los fallos para promover una educación de calidad a todo el país.

Hasta aquí la reflexión de hoy, si queréis profundizar más en el tema, os recomiendo ver este debate sobre los resultados del informe PISA aplicados a Castilla y León, que, aunque tiene 5 años, aborda esta cuestión de la brecha entre comunidades.


Sunday, 23 September 2018

desAMPArados


Se dice que la unión hace la fuerza. ¿Por qué no aplicarlo a la educación?

Educar es un proceso complejo, no solo entraña temas académicos, sino también valores, y eso no se consigue únicamente en la escuela. Tras la jornada lectiva, el niño/adolescente tiene que llegar a casa y seguir formándose; para ello, una relación entre padres y profesores es la solución más lógica. Y aunque parezca evidente que esta unión tiene que existir, países como España parecen no tenerlo muy claro.
                               
                                 

Muchos padres continúan teniendo una visión anticuada sobre el papel de familia y escuela; ambas instituciones estarían totalmente separadas, si influir entre sí y sin aportarse nada. Otros, piensan que es innecesario pedir reuniones con los tutores porque los resultados ya los muestran las notas, y esto está relacionado con el post anterior. La mayoría de los padres (como el resto de la sociedad) busca la cifra más alta, ahí reside la valía de su hijo. 

Es hora de cambiar esta visión. 

La comunicación entre familia y docentes es fundamental y da lugar a una ayuda bidireccional: profesor y padres se pueden informar mutuamente de las dificultades que se dan en el aprendizaje del estudiante, marcando así objetivos para el buen desarrollo de la experiencia educativa. Además, no podemos olvidar que últimamente los roles de docentes y padres parecen estar separados, e incluso enfrentados, cuando ambos son educadores. No son pocos los casos en los que un padre ha ido a hablar con el profesor buscando una explicación de la nota "que le ha puesto" a su hijo, como si fuera una venganza personal. Familia y cuerpo docente deberían trabajar conjuntamente para conseguir una educación de calidad.

Entonces, ¿cuál es el papel de colectivos como la AMPA? ¿No es suficiente? Basándome en mi experiencia y la de mis compañeros, esta asociación no aprovecha todo su potencial. Pudiendo potenciar la interacción familiar en los centros, se limita a organizar excursiones y ofrecer descuentos en contadas actividades. Se debe animar a los padres a participar en la vida escolar de sus hijos, saber lo que aprenden y lo que no, y lo que necesitan para mejorar. La AMPA, por ejemplo, podría seguir el modelo estadounidense y dar opción a los familiares a presenciar una jornada lectiva con los alumnos para conocer de primera mano la experiencia educativa. 

Escuela y familia se complementan, y cualquier idea debería ser bienvenida siempre que suponga un impacto positivo en la vida del menor. 


Dime cuánto sacas y te diré quién eres.




Todos nos acordamos (más o menos) de nuestro paso por el colegio o el instituto, de aquellas materias que nos apasionaban y de las que se convertían en un calvario, que no nos interesaban, pero que aun así teníamos que superar.


Es ese simple interés por quitarnos de encima una asignatura el culpable de que hoy en día apenas recordemos todo ese contenido que “aprendimos” (si se puede llamar aprender a memorizar solo para aprobar un examen). Y es que, en una sociedad en la que no solo la capacidad, sino la calidad, de las personas se mide en un baremo del 0 al 10, no podemos esperar nada más que frustración y ansiedad por ser válidos a los ojos de familiares, profesores, y de nuestro entorno en general. Competimos entre nosotros para demostrar que no somos un 5, que no somos “mediocres”, que somos mejores que los demás y que merece la pena que nos seleccionen, en vez de competir con nosotros mismos para aprender de verdad y poder formarnos.

La película La educación prohibida (2012) nos acerca el tema de la dudosa eficacia de la educación actual, que siempre está en boca de todos, pero que rara vez se hace algo para mejorarla. A través de una recreación en un instituto se ofrecen distintas visiones sobre la educación: ¿es el modelo actual adecuado? ¿Estamos ante educación o mero adiestramiento?





Uno de los puntos más importantes que se abordan en el documental es la idea de que las escuelas e institutos se limitan a formar alumnos dóciles, obedientes y disciplinados, que cumplan con las metas que se les exija sea como sea; no importa que esos conocimientos se olviden días después del examen, porque actualmente la educación se entiende como un fin, una nota. Siempre nos dicen que "el saber es poder", pero esto parece no tener demasiado significado en el sistema educativo actual. Aprenderse de memoria la Guerra Civil española no quiere decir que se entienda lo que pasó, por qué, y cuáles fueron sus consecuencias. Es ahí donde falla el sistema. 

Pero, si este sistema no es correcto, ¿qué se debería cambiar? No sería justo achacar al cuerpo docente todos los errores educativos de hoy en día, dado que ellos se ajustan a un currículo que organiza ciertos contenidos y horarios para fabricar esos seres perfectos que se incorporarán a la sociedad. Lo que sí que está en su mano es cómo transmitir esos conocimientos, cómo educar y enseñar esos contenidos, adecuándose a la clase en la que imparten cada materia; al fin y al cabo, no todos somos iguales ni tenemos las mismas capacidades. Se debería dinamizar las clases, hacerlas atractivas y captar la atención de los estudiantes. Queda claro que el método tradicional de enseñanza en el que el profesor se limita a dictar el temario no es suficiente, ahora hay más recursos en los centros, ¡usémoslos! ¡Innovemos! 

Coincido con que todo alumno debería tener un determinado grado de autonomía y responsabilidad, pero en el documental se apoya mayormente a las escuelas libres o de pedagogía alternativa, que permiten a los alumnos aprender lo que consideren oportuno y más les interese. Aquí es donde mi opinión difiere. No creo que los adolescentes, y mucho menos los niños, tengan las ideas suficientemente claras para decidir qué aprender y qué no. A mi parecer, el contenido puede ser (y es) adecuado, pero pierde toda su esencia si no se imparte de la manera adecuada, y esto es, como he apuntado antes, ver la educación como un proceso de adquisición de conocimientos, no como el 7 que saqué en el examen de biología tras “vomitar” los temas que estudié la tarde anterior.


La educación debería ser un camino, no una carrera.