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Tuesday, 16 October 2018

Cuando no vemos lo que otros ven

Ya se ha planteado en alguna de las entradas anteriores la importancia de una buena orientación; aquella que va más allá de los aspectos académicos y pretende acercarse de manera más personal e íntima al alumno. 

Son muchos los pensamientos que pueden pasar por la cabeza de una persona y si lo multiplicamos por el doble, tendremos la mente de un adolescencia. La época que rodea a los 15 años suele presentar unas dificultades que si no se superan a tiempo pueden derivar en problemas mucho más graves. Los jóvenes empiezan a conocerse durante la adolescencia, entrando en un periodo de crisis emocional que les hace replantearse su importancia y valía en la vida, condicionándose en extremo por la opinión de los demás, y sobre todo de los iguales. Al basar tu confianza o autoestima en lo que tu entorno te dice que eres o en la comparación que generas al mirar alrededor acabas siendo vulnerable y pierdes la noción de la realidad. De ahí en adelante pueden surgir multitud de complicaciones. Hoy me gustaría dedicar un momento a uno de ellos: los trastornos alimenticios.




Cuando vemos a una persona que sufre anorexia o bulimia siempre acabamos sintiendo lástima por ella, pero de lo que no nos damos cuenta es que entre todos somos en parte responsables de ello. La sociedad actual promueve una versión idealizada y casi imposible de conseguir sin bisturí del cuerpo, haciendo énfasis en el de la mujer (aunque también los hombres están sujetos a este tipo de enfermedades). La delgadez está vista como algo necesario para ser atractivo y exitoso a ojos de los demás. Es esta idea la que cala hondo en tantos adolescentes y los lleva a estar dispuestos a arriesgar su propia salud por adelgazar unos kilos y sentirse así más aceptados. Como sociedad avanzada que somos debemos dejar estos estereotipos atrás, dejar de apoyar modelos o cánones de belleza inalcanzables. Cada persona es diferente y lo que debería importarnos es que esté sana, no que por comerse un plato más vaya a engordar. Y es que somos muy hipócritas. Son numerosas las campañas que se crean para poner fin a esta situación, pero no hace que dejemos de criticar a alguien que vemos por la calle (y no me refiero solo al peso, cualquier rasgo físico está sujeto a crítica). 

Espacios como las tutorías grupales (o individuales) serían el marco ideal para tratar estos asuntos con los adolescentes, intentando promover la empatía entre la clase y trabajar con ellos en una línea que asegure la integridad física y mental. No olvidemos que muchos de estos trastornos tienen origen en la mente, lo que hace más complicada su cura o tratamiento. 

No vemos a los demás como ellos se ven a sí mismos.

3 comments:

  1. Si dejásemos de juzgar a los demás intentando encajarlos en un molde que no les corresponde, si entendiésemos de una vez por todas que igualdad y equidad no son lo mismo... podríamos ver con claridad que la diversidad nos nutre y nos estimula mucho más que cualquier copia perfecta e insulsa.

    Tienes un blog inspirador y la música transmite mucho "buen rollo". :)

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  2. Hola Mónica! Muy buena entrada y completamente de acuerdo contigo :))

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  3. Como profesores pasamos mucho tiempo con nuestros alumnos. No podemos pasar por su vida como cualquier cosa, ni ellos por la nuestra. Debemos estar, por tanto, atentos a cualquier problema por pequeño que sea y así poder detectar a tiempo los casos de anorexia o acoso, por ejemplo, antes de que vayan a más.
    Como dices en otra entrada, no trabajamos con máquinas. Tampoco lo somos nosotros, tenemos que implicarnos!

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